Todos estamos llamados a ser cuidadores, maestros, guías de nuestras parejas, compañeros... amantes. Todos necesitamos a ese guía, que nos acompañe amistosamente, que sea capaz de mostrarnos la realidad con otros ojos, que nos ayude a crecer y a mirarnos a nosotros mismos con distancia, ayudarnos a reconocer nuestras limitaciones y alentándonos en nuestra superación personal.
Es importante, que sea nuestro compañero el contrapunto de nuestra locura, de nuestra insensibilidad, de nuestra ceguera. Él se constituye en faro que nos guía, en puerto seguro donde amarrar nuestras vidas y madurar.
Descubrir esta faceta del amor, dejarse amar de esta manera es abrirse a la vida, entregarse a ella. Es abrir el corazón con deseos de amar más profundamente y encontrar en tu amado la presencia luminosa de algo más grande que trasciende todo. Es volver a poner de nuevo las cosas en su sitio, a sentirse pequeño desde lo interior y derribar las falsas murallas del yo, que nos aíslan de los demás...
Namasté, mi amor
NAMASTE,,,MI AMOR.....GRACIAS POR TU LUZ....CARLOS (argentina)
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